lunes, 17 de noviembre de 2008

jueves, 30 de octubre de 2008

Y dejaron de estar guardadas...

Y dejaron de estar guardadas… (1)

Como a muchos otros argentinos, el 30 de Octubre no me resulta un día que pase desapercibido y menos aun cuando el calendario marca los 25 años del retorno a la democracia. A través de los libros de texto, los videos históricos, o la simple práctica de recordar, mantengo vigente en algún lugar de la memoria las frases y las imágenes de los días previos a las elecciones de 1983. La imagen de la Avenida 9 de Julio repleta de personas y las palabras que ese día Pronunció Alfonsín, así como la imagen de Herminio Iglesia quemando un cajón repleto de posibles votos, han quedado grabadas en mi memoria como parte de mi identidad colectiva.

Como a muchos otros lectores del matutino Página 12, me sorprendió esta mañana encontrar el nombre de Raúl Alfonsín entre quienes “ecriben hoy”. Siempre creí que a Alfonsín la Historia le guardaría un lugar más elevado que el que muchos le asignaban cuando tuvo que dejar anticipadamente el poder en manos de Carlos Menem y creo no haberme equivocado. A pesar de sus desaciertos y el asedio que debió soportar de los sectores corporativos de la Argentina (los militares y la CGT a la cabeza) logro con sus acciones de gobierno sentar las bases de una democracia que a pesar de las intentonas golpistas, los embates de la década menemista y el discurso unívoco del neoliberalismo, continua de pie. La investigación de la represión, el Juicio a las Juntas militares, el restablecimiento de los poderes democráticos y una firme convicción republicana sentaron las bases firmes apara que los argentinos podamos repensar y recrear nuestra versión de la Democracia como una forma de convivencia y planificación de una vida común en sociedad. Interesante reflexionar hoy y en este momento d enuestro país sobre la figura y el mensaje d e Alfonsín.

Cuando todos se arrogan el derecho a sentirse democráticos, cuando los que apoyaban una democracia pactada con los militares se lanzan a reconquistar su paradas políticas, cuando los sectores e intereses que apoyaron a las dictaduras locales se presentan a si mismos como una verdadera opción “democrática”, cuando se alientan las visiones polarizadas de la política argentina entre pros y antis, cuando los que alcanzan el poder se esfuerzan en desmantelar o descuidar la educación de los que menos tienen, reflexionar sobre la figura de Alfonsín, su discurso y su acción de gobierno, se convierte en un imperativo para repeler el olvido y la apatía que tantos errores han llevado a cometer a los argentinos.

Hará cada uno el análisis que le corresponda y podrá de seguro arribar a su propias conclusiones. Yo me detengo en una frase que acompaño a Alfonsín en su carrera a las elecciones “con la democracia se come, se cura y se educa”. Trasciende esta frase un legítimo y valioso ideal de igualdad que poco tienen que ver con ese rol sacarinado y pasivo del Estado frente a la injusticia social que nos impusieron en los 90 y que todavía muchos hoy se empeñan en defender. Porque si el Estado no garantiza que todos coman, que todos se curen y que todos se eduquen; el Estado no garantiza la Democracia. Si el Estado se limita a proteger el statu quo sin intervenir para ajustar las desigualdades que en la sociedad se manifiestan, El Estado democrático abandona la vocación igualadora y solidaria que habría de sustentar una verdadera política Democrática.

Bangkok
30 de Octubre de 2008
(1) El título no es original, ni busca serlo. Solo es un modo de recordar la prepotencia de quienes impusieron el terror y creyeron alguna vez que iban a gobernar para siempre las libertades y destino de los Argentinos.